Actividad: El Caballero Zifar
Fragmento de "El caballero Zifar".
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La señora de la villa, antes de maitines, cuando oyó el cuerno tocar en la villa para quererse ir los suyos contra los de la hueste, luego fue levantada y envió por la mujer del caballero Zifar, y siempre estuvieron en oración, rogando a Dios que guardase los suyos de mal, como aquella que tenía que si por sus pecados los suyos fuesen vencidos, que la villa luego sería perdida y ella y su hijo cautivos y desheredados para siempre. Mas Dios poderoso y guardador y defendedor de las viudas y de los huérfanos, viendo cuanto tuerto y cuanta soberbia había recibido hasta aquel día, no quiso que recibiese mayor quebranto, mas quiso que recibiese honra y placer en este hecho. Y cuando los sus caballeros se estaban combatiendo en el real con los de la hueste, envió una doncella a los andamios, que parase mientes en cómo hacían. Y la doncella tornose y dijo: «Señora, en las tiendas del real del señor de la hueste hay tan grandes polvos que en los cielos contienen, en manera que no podíamos ver quién hacía aquel polvo; y porque arraya ahora el sol, hace aquel polvo tan bermejo que semejaba sangre; pero que vemos que todos los otros que estaban en derredor de la villa se armaban cuanto podían y van corriendo contra las tiendas del señor de la hueste donde son aquellos polvos». Y cuando la señora de la villa oyó estas palabras, cuidando que los suyos no podrían sufrir aquella gente contraria, que era muy grande, y que serían vencidos, teniendo su hijuelo en los brazos, comenzó a pensar en ello y dio una gran voz como mujer salida de seso, y dijo: «¡Santa María valga!», y dejose caer en tierra transida, de guisa que su hijuelo se hubiera a herir muy mal sino que lo recibió en los brazos la mujer del caballero Zifar. Así que todas cuantas dueñas y eran cuidaron que era muerta; de guisa que ni por agua que la echasen, ni por otras cosas que le hiciesen no la podían meter en acuerdo. Y el duelo y las voces de las doncellas y dueñas que había en la villa todas eran y con ella; ca las unas tenían sus maridos en la hueste, y las otras sus hermanos y las otras sus parientes y sus padres y sus hijos, de que estaban con muy gran recelo. Los que estaban en los andamios vieron salir un tropel de caballeros de aquel polvo mucho espeso, y enderezaban contra la villa y vinieron luego a la señora de la villa y dijeron por la conhortar: «Señora, he aquí los vuestros caballeros donde vienen sanos y alegres, loado sea Dios, y conhortaos». Pero de ella no podían haber respuesta ninguna; antes semejaba a todos que era muerta. Y después que los caballeros pasados la alcantarilla, y entraron en la villa y les dijeron estas nuevas de cómo la señora de la villa era muerta, pesoles muy de corazón, y la gran alegría tornóseles en gran pesar; y así como lo oyeron dejáronse caer todos de los caballos en tierra, dando muy grandes voces, y haciendo muy gran llanto. Y el caballero Zifar estaba muy cuitado y llamolos a todos y díjoles así: «Dios nunca fue desigual en sus hechos, y pues Él tan gran buena andanza nos dio hoy en este día, por razón de ella no creo que nos quisiese dar tan gran quebranto otrosí por ella; ca semejaría contrario a sí mismo en querer que el su comienzo fuese bueno y malo el acabamiento; ca Él siempre suele comenzar bien y acabar mejor, y acrecentar bien en sus bienes y en sus dones, mayormente a aquellos que se tienen con Él. Y vayamos a saber cómo murió, ca yo no puedo creer que así sea; y por ventura nos mintieron». Las dueñas, estando en derredor de su señora, llorando y haciendo gran llanto, oyeron una voz en la capilla donde estaba su señora, que dijo así: «Amiga de Dios, levántate, que tu gente está desconhortada y tienen que cuanta merced les hizo Dios mío hijo el Salvador del mundo hoy en este día, que se les es tornada en contrario por esta tu muerte; y creí que voluntad es de mío hijo de enderezar este tu hecho a tu voluntad y a tu talante». Todas las dueñas que y estaban fueron muy espantadas y maravilláronse ónde fuera esta voz que y oyeran tan clara y tan dulce. Y tan grande fue la claridad entonces en la capilla que les tolliera la lumbre de los ojos, de guisa que no podían ver una a otra. Y a poca de hora vieron a su señora que abrió los ojos y alzó las manos ayuntadas contra el cielo y dijo así: «¡Señora, Virgen Santa María, abogada de los pecadores y consoladora de los tristes, y guiadora de los errados y defendedora de las viudas y de los huérfanos que mal no merecen! Bendito sea el hijo de Dios que por el Espíritu Santo que en ti encarnó, bendicho sea el fruto que de ti salió y nació! Ca me tornaste por la tu santa piedad de muerte a vida, y me sacaste de gran tristeza en que estaba y me trajiste a gran placer». Todos los que y estaban oyeron muy bien lo que decía, y enviaron mandado a los caballeros de cómo su señora era viva. Así que todos tomaron gran placer y se fueron para allá, salvo ende el caballero Zifar, que se fue para su posada. Y cuando llegaron allá halláronla en su estrado asentada, llorando de los ojos con gran placer que había porque veía todos los de su compaña sanos y alegres. Y preguntoles y díjoles: «¿Qué es del buen caballero Zifar que convusco fue?» Y ellos le dijeron: «Señora, fuese para su posada». «¿Y qué vos semeja de él?», dijo ella, «Señora», dijo un caballero antiguo, «seméjame que mejor caballero sea en todo el mundo en armas y en costumbres “ (......) La señora de la villa mandó que se fuesen todos, y que fincase el caballero Zifar y aquellos que eran de su consejo, y díjoles así: «Amigos, ¿qué os semeja de este hecho?» Callaron todos, que no y hubo ninguno que respondiese. Y el caballero Zifar, cuando vio que ninguno no respondía, dijo así: «Señora, quien poco seso ha, aína lo expende, y ese poco de entendimiento que en mí es, quiérooslo decir cuanto esta razón, so enmienda de estos hombres buenos que aquí son. Señora», dijo el caballero Zifar, «veo que Dios quiere guiar a toda vuestra honra, no con daño ni con deshonra de vuestro hijo; ca por os casar con este caballero hijo del señor de la hueste, tengo que es vuestra honra y gran bando de vuestro hijo. Ca esta villa y los otros castillos que fueron de vuestro marido, todos fincarán a vuestro hijo, y vos seréis honrada y bienandante con este caballero». Y los caballeros y los hombres buenos que eran con ella otorgaron lo que el caballero Zifar decía, y dijeron que lo catara muy bien, como hombre de buen entendimiento. «Amigos», dijo la señora de la villa, «pues vos por bien lo tenéis, yo no he de salir de vuestro consejo. Catadlo y ordenadlo en aquella guisa que entendéis que es más a servicio de Dios y a pro y a honra de mí y de mi hijo». Y el caballero Zifar dijo que fincase este pleito hasta en la mañana, que hablasen con el hijo del señor de la hueste. Y fuéronse cada uno para sus posadas a holgar. Y otro día en la mañana, vinieron seis caballeros del señor de la hueste, muy bien vestidos en sus palafrenes y sin armas ningunas, a la puerta de la villa. Y los que estaban en las torres dijeron que se tirasen afuera, y si no, que los harían ende arredrar. «Amigo», dijo un caballero de ellos, «no hagáis, ca nos vinimos con buen mandado». «Pues ¿qué queréis?», dijo el de la torre. «Queremos», dijo el caballero, «hablar con la señora de la villa». «¿Y queríais», dijo el de la torre, «que se lo hiciese saber?». «Sí», dijo el caballero. Y díjole este mandado, de cómo seis caballeros honrados de la hueste estaban a la puerta y querían hablar con ella, y que le dijeron que venían con buenos mandados. «Dios lo quiera», dijo ella, «por su merced». Y luego envió por el caballero Zifar y por los otros hombres de la villa y díjoles de cómo aquellos caballeros estaban a las puertas desde gran mañana, y si tenían por bien que entrasen, y que fuesen allá algunos hombres buenos de la villa que los acompañasen. Y ellos escogieron entre sí veinte caballeros de los más ancianos y de los más honrados y enviáronlos allá. Y ellos abrieron las puertas de la villa y llegaron y donde estaban los seis caballeros, y dijéronles que si querían entrar, y ellos dijeron que sí, para hablar con la señora de la villa. «Pues hacednos hombrenaje», dijo el caballero Zifar, «que por vos ni por vuestro consejo no venga daño a la villa ni a ninguno de los que y son». «Ciertas», dijeron los caballeros, «nos así lo hacemos. ¿Y vos nos aseguráis», dijeron los caballeros. «Sí», dijeron los de la villa, «que recibáis honra y placer y no otra cosa ninguna que contraria sea». Y así entraron en la villa y fuéronse para la señora de la villa, que los estaba atendiendo. Y cuando los vio entrar, levantose a ellos, y todos los otros que y eran con ella, y recibiéronlos muy bien. Y ellos dijeron que se asentasen todos y que dirían su mandado, e hiciéronlo así y estuvieron muy asosegados. «Señora», dijo un caballero de los que vinieron de la hueste, «ca ciertos somos que querría vuestra honra y la vuestra salud; y no dudes, ca más bien hay de cuanto vos cuidáis». «¡Dios lo quiera!», dijo ella. «Señora», dijo el caballero, «nuestro señor os envía decir así, que si Dios le da algunos embargos en este mundo, y algunos enojos, y lo trae a algunos peligros dañosos, que se lo hace porque es pecador entre los pecadores, y señaladamente por el yerro que a vos tiene, vos no se lo mereciendo, ni le haciendo por qué, ni el vuestro marido, señor que fue de este lugar; antes dice que fue mucho su amigo en toda su vida, y que él que os ha hecho guerra y mucho daño y mucho mal en aquesta vuestra tierra. Y por ende tiene que si mayores embargos le diese y mayores deshonras de cuantas le ha hecho hasta el día de hoy, con gran derecho se lo haría. Onde os envía rogar que le queráis perdonar, y él que será vuestro amigo y se tendrá convusco contra todos aquellos que mal os quisieren hacer. Y esto todo sin ninguna infinta y sin ningún entredicho; pero antes os envía a decir que si os pluguiere, que mucho placería a él que el su hijo casase convusco; porque vos sabéis que él no ha otro hijo heredero sino aquel que vos aquí tenéis en vuestro poder, y que luego en la su vida le daría estas dos villas grandes que son aquí cerca de vos, y ocho castillos de los mejores que fueren aquí cerca en derredor». «Caballeros», dijo la señora de la villa, «yo no os podría responder a menos que yo hablase con estos hombres buenos de mío consejo. Y tiraos allá, y hablaré con ellos». «Ciertas», dijeron ellos, «mucho nos place». E hiciéronlo así. |
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Actividades:
1-. En este episodio aparece la mujer como personaje central. Especifica y concreta qué características, temores y conductas sigue.
La señora temía que si la villa fuese perdida, ella y su hijo se quedarían cautivos y desheredados para siempre. Por eso rezaba a Dios, para que los suyos volvieran a casa sanos y salvos. Por este motivo también, lloraba cada día y tenía mucha angustia. También se caracterizaba por ser una dama educada aunque muy chillona.
2-. Hay al menos dos hechos maravillosos en este pasaje, difíciles de explicar y aceptar de manera lógica. Explícalos.
Uno de ellos lo encontramos en el primer párrafo cuando, después de que la mujer pida a Dios que los suyos vuelvan sanos a casa, este manda una doncella a los andamios cuando se está llevando a cavo uno de los combates y, se llena de polvo el espacio donde este se está celebrando y no se puede ver nada de lo que está pasando.
El segundo, cuando la mujer de la villa aparentemente esta muerta, después de que Zifar diga que no se lo cree, porqué Dios siempre da un buen comienzo y un final mejor, una voz que sale de la capilla pide a la señora que se despierte, sorpresa de todos que de donde proviene la voz no hay nadie, y acto seguido, la mujer que estaba muerta se despierta y da las gracias a la Virgen María (que era la voz que provenía de la capilla).
3-. Zifar muestra con su comportamiento algunas de las virtudes de un buen caballero. Cítalas.
Realza las virtudes de Dios, en el momento en que explica que no se cree que la mujer esté muerta.
Cuando el asunto de si la mujer está muerta o no ya está solucionado se aparta para no acaparar protagonismo.
Muestra inteligencia, sentido común y práctico.
4-. Concreta en que consiste, en definitiva, la aventura del Caballero Zifar en este pasaje.
Arreglar el malentendido de la mujer de la Villa, de su muerte.
Difundir las virtudes de Dios.
Aconsejar.
Consolar.
5-. Conoces la trama de Zifar. Justifica con razonamientos lógicos que este episodio pertenece a la parte inicial de la novela.
Sabemos que en la primera parte de la novela de El Caballero Zifar, este aun está con su mujer y sus hijos porque a lo largo de esta, pierde tanto a sus dos hijos como a su mujer. Aunque al final los acaba recuperando a los tres.
En este fragmento no aparecen los dos hijos, porque ya han sido perdidos, pero si aparece la mujer que aun no ha sido secuestrada.
6-. ¿Dónde parece estar la clave o antecedente de la decisión que finalmente tomará la señora de la villa? Justifícalo.
La decisión que la mujer de la villa debe tomar es si casarse o no. En los consejos que le da Zifar a la dama es donde vemos la clave de su decisión final.
7-. Substituye las palabras en negrita del primer párrafo por sus correspondientes sinónimos.
Huste= Tropa.
Guardase = Precaverse.
Cautivos = Recluso.
Tuerto = Perjuicio.
Arraya = iluminar.
Bermejo = Rojo.
8-. Observa la última frase en negrita del texto e indica: la función sintáctica de "os" y qué tipo de palabra morfológica es; indica qué clase de verbo es e identifica el tipo de complemento que lo acompaña en "hablase con esos hombres".
Os--> pronombre (a vosotros; a los interlocutores).
Hace de complemento indirecto.
Subjuntivo indicativo complemento de regimen verbal.
9-. Sintetiza en una frase el enunciado del tema que emerge en este fragmento de la novela.
Zifar reseulve un conflicto en una villa y aconseja a la señora que se case con su enemigo
10-. Justifica en una breve síntesis las características del relato caballeresco que emergen en este fragmento.




